Diario de Ruta 2008, Perú

Una historia personal

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Una historia personal de medicina alternativa en la isla Taquile. Reflexiones de una estudiante de medicina.

 

He de reconocer que es impresionante estar paseando por una isla flotante y aún más impresionante y bello es surcar las azules y calmadas aguas del lago en una de sus barcas de Totora, hazaña que cualquier turista puede realizar por un par de euros, unos 10 soles, en moneda peruana.

 

Tras partir desde la mítica ciudad de Puno con sus estelas de historia por sus callejas, dejando atrás un vapor varado en el muelle, nos dirigimos a las islas flotantes artificiales de “Los Uros” en el lago Titicaca. Estas están realizadas a partir de una simbiosis perfecta con unas plantas llamadas totoras que les sirven de alimento, construcción y útiles caseros.

 

A continuación nuestro viaje nos lleva a la isla de Taquile, un paraje natural que se va adecuando, bajo mi opinión, inadecuadamente al tráfico de turistas que atrae año tras año la isla ya que tras esta forzosa adaptación se pierden muchos valores culturales ancestrales muy importantes para la comunidad.

 

En el siglo XXI en la isla de Taquile como en otros muchos lugares del mundo, aún se practica la tradición chamánica denominada con mil nombres diferentes pero con una sola visión curar mediante una visión holística del enfermo con el medio ambiente

 

Preguntamos a un lugareño sus experiencias con la medicina y nos confesó que de niño había estado muy enfermo de fiebre tifoidea, prácticamente desahuciado por la sanidad convencional tras un infructuoso tratamiento a base de cloramfenicol (medicamento), por lo que su madre recurrió a una “sacerdotisa” (chaman o hechicera en otras culturas).

 

Me relató paso a paso la estrategia de esta señora: inicialmente leyó su futuro en las hojas de coca diciéndole que iba a fallecer. Pero la voluntad del niño que fué y de su madre provocó que la sacerdotisa intentara lo que denomino “un cambio de vida”.

 

Cogió un simarrón (especie de cui amazónico) y le rompió una costilla, a continuación lo metió en un saco y lo depositó en la barriga del convaleciente. Posteriormente, abrió al animal y vio que su estado interno era “podrido”.

 

Al cabo de un tiempo, volvió a realizar el ritual con otro animal y al abrirlo se vió que “tenia coágulos de sangre pegados al intestino” pero, el niño iba mejorando, al cambiar su destino con el del animal.

 

Se realizó por tercera vez el proceso y al abrir al animal “se vio sano con un sangrado normal”y el niño finalmente curo totalmente su proceso.

 

Este señor de mediana edad que tuvo la amabilidad de contestar a nuestras reiteradas preguntas confirmó que en ningún momento abandono el tratamiento del cloramfenicol.

 

No sabia si atribuir su mejoría al tratamiento convencional o al proceso de la sacerdotisa, pero el prefería “creer” que existe mas de un modelo de medicina y que gracias a esta señora y a sus conocimientos pudo sanar

 

Realmente, la medicina alternativa de esta clase a base de tradición y medicina natural mezclada con ritos y leyendas que se pierden bajo el peso de los siglos, es una opción más para estos habitantes y otras muchas personas en todo el mundo a veces, siendo sólo la última opción válida para muchos enfermos, ya sea por el estado de extrema gravedad como por los escasos recursos de los que cuentan muchas personas que les hacen utilizar este tipo de recursos.

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