Reportajes 2019, Irán

Posturas ante el velo

Mireia Marquez, Mireia Capdevila, Mariona Grau, Laura Serrat

En Irán es obligatorio utilizar el velo islámico, las mujeres deben ir cubiertas y tapadas por ley. Esta medida ha suscitado diferentes polémicas en la sociedad iraní en los últimos años. Es frecuente encontrar hombres y mujeres con posturas contrapuestas respecto a su uso y regulación. En las siguientes líneas entrevistamos a seis iraníes sobre sus posturas ante el uso de los diferentes tipos de velo.

Zahra tiene 37 años y vive en el pueblo de Maymand. Nació en la ciudad de Kermán pero al casarse con su marido se mudó a la casa-cueva que él heredó de su familia. Sigue las tradiciones islámicas y el tipo de velo que utiliza habitualmente es el hiyab. Afirma que para ella el velo no es una imposición, sino que la mayoría de gente está a favor de llevarlo y considera que las mujeres que detuvieron en marzo por sacarse el velo en público son las enemigas del país. Asegura que la visión respecto al velo islámico no ha cambiado en los últimos años y que en su familia tampoco hay discrepancias sobre el tema, sino que todos piensan de la misma manera que ella.  A diferencia de otras mujeres, Zahra espera que el hiyab y los demás velos no desaparezcan nunca. 

Bahar es una iraní de 33 años que vive en Barcelona. No es religiosa y, por lo tanto, en la ciudad condal no usa ningún tipo de velo, aunque cuando visita Irán para ver a su familia acostumbra a utilizar el llamado shaula. Afirma que a la mayoría de gente en Irán (un 70%) no le gusta llevar velo pero que deben hacerlo porque sino las meten en la cárcel. No sabe si en el futuro se puede cambiar la ley porque depende de la política, del gobierno de Irán, y piensa que con el actual no será posible. En el caso de su familia, todos piensan de la misma manera que Bahar y considera que a nivel general sí ha cambiado la opinión al respecto ya que antes de Jomeini las mujeres decidían por sí mismas si llevarlo o no, mientras que ahora se trata de una imposición.

Faeze, una adolescente residente en la ciudad de Shiraz es una joven de 16 años muy religiosa. Utiliza una bufanda o pañuelo como hiyab y se viste con un manto y pantalones debajo, siguiendo el tradicional atuendo islámico. Para ella este tipo de vestimenta es importante, le gusta y asegura que si no la usara los hombres la mirarían de manera incómoda. Por otra parte considera que al cubrirse los chicos la aprecian más y se interesan realmente en conocerla, aunque cree que el uso del velo islámico debería ser una decisión personal. No está segura de que el apoyo al velo sea mayoritario aunque afirma que es un asunto controvertido del que todo el mundo habla. También admite que llevarlo por imperativo legal (en lugar de por elección propia) es duro para las mujeres. Faeze reconoce que la visión respecto el velo islámico cambia constantemente; por ejemplo, en el caso de su familia, mientras ella y su madre lo apoyan, su hermana piensa lo contrario. Respecto al futuro, cree que en Irán no cambiará la ley, sino que se adaptará a algunas situaciones.

Fairuza y Roshni son dos chicas veinteañeras de Shiraz que se manifiestan abiertamente en contra de la imposición del velo; en cuanto se encuentran en un lugar público seguro se lo quitan. Ambas afirman sin tapujos estar muy enfadadas con las leyes que establecen cuál tiene que ser la indumentaria femenina. Por este motivo, explican que siempre buscan sitios donde poder sacárselo y poder sentirse un poco libres. Aun así, se muestran con cierta tensión e incomodidad cuando hablan del tema e intentan no entrar mucho en especificaciones, aunque reconocen que existen bastantes lugares donde pueden descansar del velo.

Jahan es un hombre de mediana edad que trabaja de guía turístico en Isfahan. Es un hombre religioso que apoya la imposición del velo por ley como una herramienta de protección para las mujeres. Para defender su postura hace una analogía: el hombre sería como un gato y la mujer como un trozo de carne; si la carne no se protege inevitablemente el gato irá a por ella. Así pues, por seguridad, es necesario que las mujeres tomen medidas. Además de que, en sus palabras, los hombres son como diablos incontrolables por naturaleza.